La máquina de la desesperanza
Posted in: UncategorizedEl capitalismo se desmorona y nosotros nos encontramos en la necesidad urgente de un cambio de paradigma, pero ¿estamos preparados para imaginar una alternativa?
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David Graeber
From Adbusters #82: Endgame Strategies
Ahora estamos en un callejón sin salida. El capitalismo como lo conocemos se está abriendo por las costuras. Pero como las instituciones financieras se tambalean y se derrumban, no hay una alteranativa obvia. La resistencia organizada se encuentra dispersa y se vuelve incoherente. El movimiento de justicia global es una sombra de lo que fue. Por la sencilla razón de que es imposible mantener un crecimiento perpetuo en un platena finito, es muy probable que en aproximadamente una generación, el capitalismo deje de existir. Enfrentados a esta perspectiva, la reacción instintiva habitual es el miedo. Nos aferramos al capitalismo porque no podemos imaginar una alternativa mejor.
¿Cómo ocurrió todo esto? ¿Es imposible para los humanos imaginar un mundo mejor?
La desesperanza no es natural. Necesita ser provocada. Para entender esta situación, hemos de darnos cuenta de que los últimos treinta años han sido testigo de la construcción de un vasto aparato burocrático que crea y mantiene la desesperanza. En la raíz de esta maquinaria está la obsesión de los líderes globales de asegurar que no exista la percepción de que los movimientos sociales están creciendo o floreciendo, de que nunca se perciva que aquellos que desafían los mecanismos existentes de poder, puedan estar ganando. Mantener esta ilusión requiere ejércitos, prisiones, policía y compañías privadas de seguridad para crear un clima predominante de miedo, patrioterismo, conformidad y desesperación. Todas estas armas, cámaras de vigilancia y motores de propaganda son estraordinariamente costosos y no producen nada- son pesos muertos económicos que están arrastrando al fracaso a todo el sistema capitalista.
Esta maquinaria generadora de desesperanza es la responsable de nuestra reciente caída financiera y de las interminables listas de burbujas económicas a punto de reventar. Esta maquinaria existe para hacer añicos y pulverizar la imaginación humana, para destruir nuestra capacidad de visualizar un futuro alternativo. Como resultado, lo único que falta imaginar es dinero, y espirales de deuda fuera de control. ¿Qué es la deuda? Es dinero imaginario cuyo valor sólo puede hacerse realidad en el futuro. El capital financiero es, por lo tanto, la compra y la venta de esos beneficios imaginarios del futuro. Una vez que uno asume que el capitalismo estará ahí para toda la eternidad, la única forma de democracia económica que se puede imaginar es una en la que todos somos igualmente libres para invertir en el mercado. La libertad se ha convertido en el derecho de participación en los beneficios procedentes de la propia esclavitud permanente
Teniendo en cuenta que la burbuja económica se construyó en el futuro, su colapso hace que parezca que no quede nada más.
Este efecto, sin embargo es claramente temporal. Si la historia del movimiento de justicia global nos dice algo, es que en el momento en el que parece que hay una salida, la imaginación se desborda. Esto es lo que efectivamente ocurrió a finales de los noventa cuando pareció, por un momento, que podríamos estar dirigiéndonos hacia un mundo en paz. Lo mismo ha ocurrido en los últimos 50 años en Estados Unidos siempre que parece que podría estallar la paz: surge un movimiento social radical dedicado a los principios de acción directa y la democracia participativa. A finales de los 50 fue el movimiento a favor de los derechos civiles. A finales de los 70 fue el movimiento antinuclear. Más recientemente sucedió a escala planetaria y colocó al capitalismo contra las cuerdas. Pero cuando estábamos organizando las protestas en Seattle en 1999 o en las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) en DC en el año 2000, ninguno de nosotros podía soñar con que, en sólo tres o cuatro años, el proceso de la Organización Mundial del comercio (OMC) se derrumbaría, o que las ideologías de ‘libre comercio’ pudieran ser casi en su totalidad desacreditadas, y que los nuevos pactos de comercio, como el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) serían derrotados. El Banco Mundial claudicaría y finalmente sería destruido el poder del FMI sobre la mayoría de la población mundial.
Pero está claro que hay otra razón que explica todos estos acontecimientos. Nada atemoriza tanto a los líderes, especialmente a los líderes americanos, como la democracia de base. Cada vez que un movimiento democrático genuino comienza a surgir, particularmente aquellos basados en principios de desobediencia civil y acción directa, la reacción es la misma: el gobierno realiza concesiones inmediatas (de acuerdo, podéis tener derecho a voto) y justo después se empieza a agudizar la tensión militar exterior. El movimiento surgido está forzado a convertirse, entonces, en un movimiento anti bélico, que suele estar bastante menos organizado democráticamente. El movimiento a favor de los derechos civiles fue respondido con la guerra de Vietnam; el movimiento antinuclear, por las guerras por poderes en El Salvador y Nicaragua; y el movimiento de justicia global por la guerra contra el terrorismo. Ahora podemos ver el porqué de la última ‘guerra’: el esfuerzo condenado de una potencia en declive, para hacer su peculiar combinación de máquinas de guerra burocrática y capitalismo financiero especulativo, en una condición global permanente.
Ahora estamos claramente al borde de un nuevo surgimiento masivo de imaginación popular, No debería ser tan difícil. La mayoría de los elementos ya están ahí. El problema consiste en que nuestras percepciones han sido retorcidas durante décadas de propaganda implacable y ya no no somos capaces de acceder a ellas. Consideremos el término ‘comunismo’. Pocas veces un término ha llegado a ser tan injuriado. La línea estándar, que aceptamos más o menos de manera irreflexiva, es que el comunismo significa el control estatal de la economía. La historia nos ha mostrado que este sueño utópico imposible simplemente “no funciona”. Entonces, el capitalismo, aunque sea desagradable, es la única opción restante.
Si dos personas están arreglando una tubería y una le dice a otra “acércame la llave inglesa” entonces el otro no le dice “¿y yo qué consigo a cambio?”.
De hecho, lo que realmente significa el comunismo es cualquier situación que funcione acorde al siguiente principio: “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”. Ésta es, de hecho, la forma en que casi todo el mundo actúa cuando se trabaja en común. Por ejemplo, si dos personas están arreglando una tubería y una le dice a otra “acércame la llave inglesa” entonces el otro no le dice “¿y yo qué consigo a cambio?”. Y esto es cierto incluso si llegas a ser empleado de Bechtel o Citigroup. Se aplican los principios del comunismo porque son los únicos que realmente funcionan. Ésta es también la razón por la que ciudades enteras o países vuelven a alguna forma de comunismo para hacer frente a desastres naturales o colapsos económicos. En estas circunstancias, los mercados y las cadenas de mando jerárquicas son lujos que no pueden permitirse. Cuanta más creatividad sea necesaria, y cuantas más personas tengan que improvisar ante una determinada tarea, más probable será que el comunismo resultante sea igualitario. Es por eso que hasta los ingenieros informáticos más conservadores que intentan desarrollar nuevas ideas de software tienden a formar pequeños grupos democráticos. Es sólo cuando el trabajo se vuelve estandarizado y aburrido (pensemos en las cadenas de producción de las fábricas) cuando se hace posible imponer el autoritarismo, incluso las formas fascistas de comunismo. Pero el hecho es que incluso las compañías privadas están internamente organizadas acorde a principios comunistas.
El comunismo ya está aquí. La cuestión es cómo democratizarlo aún más. El capitalismo, a su vez, es sólo una posible manera de gestionar el comunismo. Y cada vez resulta más claro que es bastante desastrosa. Es evidente que debemos ir pensando en una alternativa mejor, preferiblemente una que no nos obligue a estar atacándonos los unos a los otros de manera sistemática.
El capitalismo no es sólo un mal sistema para gestionar el comunismo, sino que es un sistema que periódicamente se desmorona.
Todo esto hace que sea mucho más fácil entender por qué los capitalistas están dispuestos a invertir recursos en la maquinaria de la desesperanza. El capitalismo no es sólo un mal sistema para gestionar el comunismo, sino que periódicamente se desmorona. Y cada vez que lo hace, aquellos que se benefician de este sistema nos tienen que convencer a todos los demás de que no existe otra alternativa que volver a arreglarlo todo para que vuelva a estar como antes.
Los que desean derribar el sistema han aprendido de la experiencia amarga, que no podemos depositar nuestra fe en los estados. En cambio, la pasada década ha acogido el desarrollo de miles de formas de asociaciones de ayuda mutua. Hay ejemplos que se extienden desde diminutas cooperativas hasta enormes experimentos anticapitalistas, de fábricas ocupadas en Paraguay y Argentina a plantaciones de té autoorganizadas o colectivos pesqueros en India, de institutos autónomos en Corea a comunidades insurgentes en Chiapas y Bolivia. Estas asociaciones de campesinos sin tierras, ocupantes ilegales urbanos, y alianzas vecinales, aparecen más o menos en todas aquellas partes donde el poder estatal y el capital global parece que miran temporalmente hacia otro lado. Estas personas probablemente carezcan de una unidad ideológica, muchos no son ni conscientes de la existencia de los demás, pero todos ellos están marcados por un deseo común de romper con la lógica del capital. “Los sistemas económicos de la solidaridad” existen en cada continente, en al menos 80 países diferentes. Estamos en el punto en el que podemos comenzar a concebir estas cooperativas que se tejen juntas a nivel global y crean una civilización insurgente genuina.
Estas alternativas visibles dinamitan la inevitabilidad de la solución de parchear el sistema para que recupere su forma previa al colapso- es por eso que se vuelve un imperativo, en aras de la gobernanza global, el suprimir estas alternativas o, al menos, garantizar que nadie sepa de ellas. Ser consciente de las alternativas nos permite ver todo aquello que ya veíamos con una nueva luz. Nos damos cuenta de que ya somos comunistas cuando trabajamos en proyectos comunes, ya somos anarquistas cuando queremos resolver problemas sin recurrir a abogados o policías, ya somos los revolucionarios cuando hacemos algo realmente nuevo.
Uno podría objetar: una revolución no puede limitarse a esto. Es cierto. En este sentido, los grandes debates estratégicos acaban de empezar. Veamos: durante al menos 5.000 años, antes de que capitalismo siquiera existiese, los movimientos populares han tendido a concentrarse en las luchas por la deuda. Existe un motivo para ello. La deuda es el medio más eficiente jamás creado para hacer que las relaciones fundamentalmente basadas en la violencia y la desigualdad, parezcan moralmente correctas. Cuando este truco deja de funcionar todo estalla, como ocurre ahora. La deuda se ha revelado a si misma como la mayor debilidad del sistema, el punto que lo hace caer en barrena. Pero la deuda también permite un sinfín de oportunidades para la organización. Algunos hablan de la huelga de los deudores o el cártel de los deudores.
Quizás sí, pero al menos podemos empezar con una promesa contra los desahucios. Barrio por barrio podemos comprometernos a apoyarnos mutuamente si somos expulsads de nuestras casas. Este poder no sólo reta a los regímenes de la deuda, sino que desafía el fundamento moral del capitalismo. Este poder crea un nuevo régimen. Después de todo, una deuda es sólo una promesa y el mundo está lleno de promesas rotas. Pensemos en la promesa hecha a nosotros por el Estado: si abandonamos cualquier derecho a gestionar colectivamente nuestros propios asuntos, se nos proporcionará la seguridad vital básica. Pensemos en la promesa hecha por el capitalismo: podemos vivir como reyes si estamos dispuestos a comprar mercancía en nuestra propia subordinación colectiva. Todo se ha venido derrumbando. Lo que permanece es lo que somos capaces de prometernos entre nosotros directamente, sin la mediación de las burocracias políticas y económicas.
La revolución comienza preguntándonos: ¿qué tipo de promesas nos hacemos entre nosotros los hombres y las mujeres libres y cómo, realizándolas, empezamos a cambiar el mundo?
Economía Post-Pitagórica
Posted in: UncategorizedMoviéndonos desde la fría dura lógica a la lógica difusa no lineal
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David Orrell
From Adbusters #85: Thought Control in Economics
Daniel Canogar – Enredos 3, 2008
Pitágoras nació alrededor del 570 a.C. Pasó su juventud viajando a Egipto, Siria y Babilonia donde se empapó de las enseñanzas místicas del este. Alrededor de los 40, estableció su propio culto cuasi religioso en Crotona, en el sur de Italia. Sus enseñanzas atrajeron a cientos de seguidores, algunos de ellos sufrieron severas privaciones – incluyendo un voto de silencio de cinco años – para pertenecer a su círculo más cercano, conocidos como los mathematikoi.
La filosofía de este culto estaba basada en la razón y el número. Para los pitagóricos, el número era todo. Cada número tenía un significado especial, casi mágico. La mónada, la unidad, representaba la unidad original del universo creado, y estaba asociado con la divina inteligencia. La díada, el dos, representaba la división de esta unidad en la dualidad. (Los números pares, que contuviesen el número dos, eran vistos, por tanto, como la representación de la debilidad y la mutabilidad.) El tres representaba todas las cosas con un principio, un desarrollo y un final. El cuatro representaba la consecución – como las cuatro estaciones.
El número perfecto era la década, el diez. La suma de uno, dos, tres y cuatro representaba la totalidad de fuerzas que constituyen el universo. En referencia a la década, los pitagóricos hicieron una lista de diez principios opuestos, que dividía los fenómenos en dos clases:
bueno – malo
limitado – ilimitado
impar – par
derecha – izquierda
masculino – femenino
en descanso – en movimiento
recto – curvo
luz – oscuridad
cuadrado – oblongo
Al alinearse con las cualidades de la primera columna, los pitagóricas creían que podrían lograr la pureza y acercarse a los dioses.
Las razones por las que eligieron diez pares han desconcertado a los académicos desde Aristóteles, pero algo se puede intuir. En la filosofía de Pitágoras, por ejemplo, el universo estaba formado por dos componentes: lo limitado, que significaba orden, y lo ilimitado, que representaba caos y pluralidad. Lo primero estaba asociado con la mónada y los números impares, los segundos con la díada y los números pares. El biógrafo de Pitágoras, Jámblico, escribe: “A la mano derecha él la llamaba el principio del número impar, y es divina, pero la mano izquierda es el símbolo del número para y de lo que es disoluto.” La mano derecha está controlada por el lado derecho del cerebro, que nosotros asociamos al razonamiento lineal, lógico, el tipo de razonamiento perseguido por los pitagóricos. Esta preferencia por la mano derecha ha persistido a través del lenguaje – la palabra “siniestra” viene del Latín sinestra, izquierda.
¿Qué tiene que ver todo este misticismo antiguo con la dura fría lógica de la economía neoclásica – que ve a la humanidad como un mero agregado de actores racionales y egoístas? El modelo económico ha sido durante mucho tiempo Newtoniano, relacionado con la física mecánica, que está, finalmente, basado explícitamente en el pensamiento Pitagórico. Así pues, esta lista de pares son los filamentos complementarios del ADN de la economía. Considerando que la economía neoclásica:
- está basada en la idea de escasez y enfatiza en los recursos limitados como el petróleo a expensas de los recursos ilimitados como el viento;
- desecha la incertidumbre y la dualidad (simbolizadas por los pitagóricos como la paridad);
- está basada en la primacía del individuo (uno) frente a la sociedad (pluralidad);
- valora la lógica de la mano derecha, ignorando las emociones y el pensamiento de la mano izquierda;
- está basado en el ejemplo masculino que infravalora cosas como los niños;
- ve la economía como un sistema estático, en reposo por la acción de la invisible mano del capitalismo;
- usa una aproximación simplista, lineal (recta) a un modelo complejo, no lineal (curvo) de fenómenos;
- intenta hacer brillar la luz de la razón y la observación sobre la economía, desechando la indeterminación (oscuridad) de los sistemas humanos;
- reduce un sistema complejo y a menudo fuertemente orientado a lo social y político a la simple simetría (cuadrado) de las matemáticas.
Los economistas neoclásicos son pitagóricos. Siguen pensando que el número lo es todo. Y siguen intentando encontrar el bien y alcanzar la Utopía al alinearse con la primera columna de esta antigua lista.
Desde los 60, un número de nuevas ciencias han emergido del desafío directo del paradigma pitagórico. Lógica difusa, fractales, teoría de redes y dinámicas no lineales que tratan con sistemas indeterminados, curvas, plurales y cambiantes. Feministas y ecologistas han señalado los defectos de sistema neoclásico. Al incorporar estas voces y desarrollos como economistas, nos acercaremos a una economía que no solo es post-autista, sino también post-pitagórica.
Arte del 1%
Posted in: Uncategorized¿Quienes son los mecenas del arte contemporáneo hoy?
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Andrea Fraser
From Adbusters #100: Are We Happy Yet?
¿Quienes son los mecenas del arte contemporáneo hoy? La lista en ARTnews de los 200 Mayores Coleccionistas es un lugar obvio por el que comenzar. Cercano a la parte de arriba de la lista por orden alfabético se encuentra Roman Abramovich, que según estimaciones de Forbes está valorado en $13.4 billones de dólares.
Ha admitido haber pagado billones de dólares en sobornos para controlar los activos de petróleo y aluminio rusos.
Bernard Arnault, que ha sido listado por Forbes como el cuarto hombre más rico del mundo, con 41 billones de dólares, controla el grupo de bienes de lujo LVMH el cual, a pesar de la crisis de la deuda, obtuvo una subida de un 13% en las ventas en la primera mitad del 2011. El gestor de “hedge funds” John Arnold, que empezó en Enron – donde recibió un bonus de 8 millones de dólares justo antes de que quebrara – dio recientemente 150.000 dólares a una organización que buscaba limitar las pensiones públicas. Eli Broad, miembro del consejo de administración de MoMA, MoCA y LACMA vale 5.8 billones de dólares y fue miembro de la junta directiva y principal accionista de la notoria AIG. Steven A. Cohen, cuyo valor se estima en 8 billones de dólares, es el fundador de SAC Capital Advisors, que está siendo investigada por tráfico de información privilegiada. Dimitris Daskalopoulos, miembro del consejo de administración del Guggenheim y también presidente de la Hellenic Federation of Enterprises, pidió que se hiciera una “inciativa privada moderna” para salvar a la economía Griega de un “estado de patrocinio” “abotargado y parasitario”. Otro miembro del consejo de administración David Ganek, cerró recientemente su “hedge fund” Global Level de 4 billones de dólares después de una redada del FBI.

$399.95
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Soccer Ball, 2003
TAKASHI MURAKAMI
Noam Gottesman y su anterior compañero Pierre Lagrange (también en la lista ARTnews) ganaron 400 millones de libras cada uno vendiendo su hedge fund GLG en 2007, lo que les hizo “figurar entre los mayores ganadores de la crisis crediticia”, según el Sunday Times. El director del “hedge fund” Kenneth C. Griffin apoyó a Obama en 2008 pero dio recientemente 500,000 dólares a un comité de acción política creado por el que fuera consejero de Bush, Karl Rove, que fue visto también en una reunión de la derechista y populista Koch Network. Los 100 millones de dólares en compensación para Hill en 2009 llevó a que Citigroup vendiera su sección Philbro, de la que él era el mayor inversor (trader) después de recibir presiones de los reguladores para que redujese su salario y teniendo en cuenta que Citigroup recibió $45 billones de dólares en fondos de rescate federales de los EE.UU (posteriormente movió la compañía a un paraíso fiscal). Damien Hirst, estimado por el Sunday Times en 215 millones de libras, es uno de los pocos artistas que han hecho listas de ricos junto con sus patrocinadores. Peter Kraus reunió 25 millones de dólares sólo por tres meses de trabajo cuando su paquete de despedida lo obtuvo de la venta de Merrill Lynch al Banco de America con la ayuda de fondos del gobierno de EE.UU. Los ingresos de Henry Kravis, presidente de MoMA y compañero en el neoconservador Hudson Institute, defendió recientemente el “capitalismo anglosajón” contra “la política social capitalista europea” en Forbes.com. Daniel S. Loeb, un miembro del consejo de administración de MoCA y fundador del hedge fund Third Point estimado en 7.8 billones de dólares, envió una carta a los inversores atacando a Obama por “insistir en que la única solución a los problemas de la nación… reside en la redistribución de la riqueza.” Dimitri Mayrommatis, el gestor de activos griego “asentado en Suiza”, pagó 18 millones de libras por un Picasso en Christie’s el 21 de Junio de 2011, mientras los griegos se manifestaban indignados contra las medidas de austeridad. Por supuesto también está Charles Saatchi, quien ayudó a que Margaret Thatcher fuera elegida.

$912,000
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Untitled, 1990
ROBERT GOBER
El presidente de la empresa MoMA, Jerry Speyer eludió el pago de una inversión inmobiliaria en 2010, perdiendo 500 millones de dólares para el Fondo de Pensiones del Estado de California y hasta 2 billones de dólares en deuda que había sido asegurada por agencias federales de los EE.UU. Reinhold Würth, valorado en $5.7 billones de dólares, ha sido multado por evasión fiscal en Alemania y compara el pagar impuestos con la tortura. Recientemente adquirió Virgin of Mercy (La virgen de la Misericordia) de Hans Holbein el Joven, pagando el precio más alto por una obra de arte en Alemania y superando el Städelsche Kunstinstitut en Frankfurt/Main, donde la pintura ha estado expuesta desde el año 2003.
En medio de una crisis económica, el mundo del arte está experimentando un boom de crecimiento en el mercado que ha estado mayormente ligado al crecimiento de los High Net Worth Individuals (HNWI) (individuos con un patrimonio neto elevado) y Ultra-HNWI (personas con más de 1 millón de dólares o 30 millones respectivamente), especialmente de la industria financiera. Un informe reciente realizado por Art+Auction llegó a celebrar indicadores de que estos grupos se estaban recuperando de su caída en 2008 en la pre-crisis. Sin embargo, hasta hace poco, ha habido pocas discusiones acerca del vínculo obvio existente entre la expansión global del mundo del arte y la creciente disparidad de los ingresos de las personas. Basta echar un vistazo al índice GINI, una medida de la desigualdad salarial, que muestra que los países con los boom en el arte más significativos de las dos últimas décadas también han experimentado el mayor crecimiento en desigualdad: EE.UU, Gran Bretaña, China e India. Las últimas investigaciones en economía han establecido una conexión directa entre la exorbitante subida de los precios del arte y la desigualdad salarial, mostrando que “una subida del uno por ciento en la cotización de los ingresos totales que recibe el 0,1%, desencadena un incremento en los precios del arte en un 14%”. Ahora es dolorosamente obvio que lo que ha sido extraordinariamente bueno para el mundo del arte en las últimas décadas ha sido desastroso para el resto del mundo.
En los EE.UU es difícil imaginar cualquier organización artística o prácticas que escapen a las estructuras económicas y a las políticas que han producido esta desigualdad. El modelo privado sin ánimo de lucro –en el que se encuentran casi todos los museos en EE.UU así como las organizaciones de arte alternativas- depende de donantes adinerados y sus orígenes están anclados en la misma ideología que condujo a la presente crisis económica: que las iniciativas privadas son más adecuadas para satisfacer las necesidades sociales que el sector público y que las riquezas son mejor administradas por los ricos. Aun fuera de las instituciones, los artistas comprometidos en prácticas basadas en la comunidad local y en prácticas sociales cuyo objetivo es proporcionar beneficio público en tiempos de austeridad, quizás sólo estén llevando a cabo lo que George H.W Bush pedía cuando imaginaba a voluntarios y a organizaciones comunitarias extenderse como “miles de puntos de luz” tras recortar el gasto público.
Artistas progresistas, críticos y curadores se enfrentan a una crisis existencial: ¿cómo podemos seguir justificando nuestra implicación en esta economía del arte? Como mínimo, si nuestra única elección es participar o abandonar por completo el campo artístico, podemos parar de racionalizar esa participación en nombre de prácticas artísticas críticas o políticas o – “añadiéndole insultos a la herida”- de justicia social. Cualquier alegato que afirme que representamos una fuerza social progresista mientras que nuestras actividades están subvencionadas directamente y se benefician de los motores de la desigualdad, sólo pueden contribuir a la justificación de esa desigualdad. La única “alternativa” verdadera hoy es reconocer nuestra participación en esta economía y confrontarla de manera abierta, directa e inmediata en todas nuestras instituciones, incluyendo museos, galerías y publicaciones.

$1,300,000
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The most expensive photograph in the world
Larmes tears, 1932
MAN RAY
A pesar de la abundancia de la retórica política radical en el mundo del arte, reinan la censura y la auto-censura cuando se trata de confrontar nuestras condiciones económicas, excepto en arenas marginalizadas (a menudo auto-marginalizadas) en donde no hay nada que perder -y poco que ganar- cuando se trata de hablarle al poder sobre la verdad.
Efectivamente, la hipocresía de las reivindicaciones progresistas en el arte quizás contribuya a la sospecha de que la política progresista es sólo una artimaña de las élites educadas para preservar sus privilegios. En nuestro caso, esto quizás sea cierto. De forma creciente, parece que la política en el mundo del arte es una política de la envidia y de la culpabilidad, o del interés personal generalizado en nombre de una privilegiada y limitada forma de autonomía y que la “crítica” artística casi siempre sirve no para revelar sino para distanciar estas condiciones económicas y nuestra inversión en ellas. Como tal, es una política que funciona para defender de las contradicciones que si no, pueden hacer que nuestra continua participación en el campo del arte y el acceso a sus considerables recompensas -que a muchos de nosotros nos ha colocado cómodamente entre el 10%, si no en el 1% o hasta en el 0.1%- sea insoportable.
Una amplia reorientación del discurso artístico podría ayudar a precipitar una muy esperada escisión del sub-campo de galerías, casas de subastas y ferias de arte que están dominadas por el mercado. Si una huída del mercado del arte significa que los museos públicos se contraen y los coleccionistas ultra-adinerados crean sus propias instituciones controladas de forma privada, que así sea. Dejemos que esas instituciones privadas sean las cámaras del tesoro, que sean espectáculos de parques temáticos y freak shows económicos; muchos de ellos ya lo son. Que el mundo del arte dominado por el mercado se convierta en el negocio de bienes de lujo que ya es, siendo lo que por él circula tan lejano al arte verdadero como los yates, los jets y los relojes. Ya es hora de que comencemos a evaluar si logran satisfacer o fracasan en satisfacer las reivindicaciones políticas o críticas a nivel de sus condiciones económicas o sociales. Debemos insistir en que lo que las obras de arte crean a nivel económico determina lo que significan socialmente y también artísticamente.
Si nosotros, como curadores, críticos e historiadores del arte y artistas retiramos nuestro capital cultural de estos mercados, tenemos el potencial de crear un nuevo campo artístico en donde puedan desarrollarse formas radicales de autonomía: no como “alternativas” secesionistas que existen sólo en las declaraciones grandiosas y en el pensamiento mágico de artistas y teóricos, pero como estructuras plenamente institucionalizadas que con la “adecuada magia social de las instituciones” serán capaces de producir, reproducir y recompensar valores no-comerciales.
Bohemian Angel Shoots – The ELLE Russia March 2012 Editorial Stars a Dreamy Enya Bakunova (GALLERY)
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