¿Por qué no puedo sentir lo que veo?

¿Cuál felicidad se le ha negado a nuestra generación?

by
Jeffrey Andreoni

From Adbusters #89: The Ecopsychology Issue


David Stewart – Gameboys from Fogeys series

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No puedo seguirle el paso a mi abuelo. Cada vez que lo veo, está en camino al gimnasio, va a una excursión de pesca o va a tener una cita con su "muñequita". Mi abuelo tiene 87 años (su muñequita tiene 90) y es una de las personas más felices que haya conocido. A mis 32 años, mi temperamento alegre parece disminuir en proporción inversa a mi edad y eso me hace preguntarme cómo es que mi abuelo, que creció pobre en Hell’s Kitchen y peleó en el extranjero, es mucho más jovial y enérgico que yo.

El psicólogo Martin Seligman realizó dos estudios en los años 70 en el que se le preguntó a personas de diferentes edades acerca de la depresión. Comparando las respuestas de diferentes generaciones, Seligman encontró que la gente más joven es más propensa a padecer depresión que la gente mayor. De hecho, un estudio descubrió que la gente que nació en el segundo tercio del siglo XX tenía diez veces más probabilidades de sufrir de una depresión severa que los que nacieron en el primer tercio del siglo. Por lo tanto, estadísticamente, mi abuelo tiene una mayor probabilidad de ser feliz que yo. 

No lo entiendo. Fui el primer niño del vecindario en tener un Nintendo. Obtuve un automóvil en mi cumpleaños 16 y no tuve que trabajar un sólo día mientras estaba en la universidad (a menos que cuente vender pipas hechas en casa en los conciertos de Phish). Mi abuelo creció sin nada. Tuvo que abandonar la preparatoria durante la Depresión para ayudar a su familia y ganaba dinero lustrando los zapatos de los ebrios en un bar local. ¿Por qué mi generación, que tiene relativa riqueza y privilegios, está presentando índices de depresión más altos que cualquier otra generación?

Recurrí al filósofo francés Jean Baudrillard en busca de algo de iluminación acerca de esta interrogante. Aparentemente, en el siglo XIX, por primera vez en la historia, los humanos comenzaron a requerir de una prueba observable de felicidad. De acuerdo con Baudrillard, la felicidad se convirtió en algo que debía ser medible en términos de ganancia material, algo que fuera evidente a la vista. Pero estoy rodeado de cosas y aún me siento desanimado. A mi edad, mi abuelo tenía menos pertenencias y más felicidad ¿Qué me dice de eso Sr. Baudrillard? Tal vez la gente de las generaciones anteriores -cuyas vidas se caracterizaron por un gran esfuerzo necesario para sobrevivir- era, paradójicamente, más saludables mentalmente (aunque no tenían iPods). Supongo que eso significa que con simplemente voltear a mi alrededor y ver todas mis encantadoras e innecesarias pertenencias (adquiridas con relativa facilidad) no me sentiré tan feliz como me sentiría si me estuviera partiendo el lomo para conseguir comida. Tal vez la ansiedad que siento no tiene nada que ver con mis pertenencias y, quizá, el problema está en mi cerebro.

El núcleo accumbens es una pequeña estructura en el cerebro localizada dentro del cuerpo estriado, el cual controla el movimiento, y está a un lado del sistema límbico, que está relacionado con las emociones y el aprendizaje. El accumbens es el puente principal entre nuestras emociones y nuestras acciones. Estas funciones emocionales y motoras están fuertemente relacionadas y se extienden a la corteza prefrontal, la cual controla nuestros procesos de pensamiento. Es a esta red accumbens-cuerpo estriado-corteza (el sistema crucial que vincula el movimiento, las emociones y el pensamiento) a la que se le ha denominado "circuito de recompensa cerebral".

Este circuito de recompensa es una red neuroanatómica propuesta que encierra la mayoría de los síntomas asociados con la depresión. De hecho, es posible correlacionar cada síntoma de la depresión con una parte del cerebro en este circuito. ¿Pérdida de placer? El núcleo accumbens. ¿Pereza y respuestas motoras lentas? El centro estriado. ¿Sentimientos negativos? El sistema límbico. ¿Baja concentración? La corteza prefrontal. El cerebro también está programado para obtener un profundo sentido de satisfacción y de placer si el esfuerzo físico produce algo tangible, visible y necesario para la supervivencia, por lo tanto, si salgo al campo y cosecho mi propia comida, mi circuito de recompensa será estimulado, provocando una neurogénesis (producción de nuevas células cerebrales), lo cual se cree es un factor importante para recuperarse de la depresión. Desafortunadamente, no tengo un campo que cosechar.

Pero seguramente debe haber otras formas de ganarme mi camino a la felicidad. Aparentemente, el factor clave en el escenario de esfuerzo-recompensa es el uso de las manos. Nuestras manos son tan importantes que moverlas activa áreas de la corteza cerebral más grandes que las que se activan al mover otras partes más grandes de nuestro cuerpo, como la espalda o las piernas. ¿Qué pasaría si yo tratara de construir algunas de mis pertenencias: construir algunas de esas pruebas observables de felicidad de las que habla Baudrillard? Mi abuelo trabajó como artesano toda su vida, construyendo y tapizando muebles. En lugar de cosechar comida, producía objetos.

Consideré intentar algo similar, tal vez trabajando en una fábrica, pero luego leí a Guy Debord, quien afirma que "la separación general del trabajador y el producto tiende a eliminar cualquier comunicación personal directa entre los productores y cualquier sentido integral de lo que están produciendo". Coincidentemente, mi abuelo construía muebles para personas que él conocía. La mayoría de su trabajo era por encargo -diseñaba un producto único para una necesidad específica. Si yo trabajara en una fábrica, estaría armando bienes producidos en serie para consumidores anónimos. Los frutos de mi trabajo, sin duda, serían añadidos al departamento de algún alma melancólica moderna. Esto es a lo que Debord llama en "círculo vicioso del aislamiento"

A diferencia de las personas de mi generación que son definidas cada vez más por sus pertenencias, mi abuelo nunca tuvo mucho. Pero nunca se quejó de no tener porque estaba muy ocupado siendo. Quizá soy infeliz porque mis preocupaciones están invertidas -Estoy demasiado preocupado en tener como para enfocarme en ser. La realización humana ya no está asociada con lo que soy, sino con lo que tengo. Debord dice que ésta es la segunda etapa de la modernización, "en la cual la vida social se vuelve tan completamente dominada por los productos acumulados que causa un cambio de tener a aparentar, en la que todos los que "tienen" ahora deben obtener su prestigio inmediato a través de las apariencias". Por lo tanto, todo lo que necesito hacer para encajar en la sociedad moderna es aparentar ser el dueño de muchas cosas, pero en realidad no seré ni tendré nada. Necesito una imagen personal. Tal vez éste es el signo visible de felicidad del que Buadrillard hablaba. Debo crear una imagen en la cual esconderme y esta imagen es lo único que puedo producir. ¿En verdad he sido reducido a una imagen cuyo único propósito es mezclarse y relacionarse con otros imágenes aparentemente compatibles? ¿La vida moderna es, en verdad, tan compleja?

Si le preguntamos a Gilles Deleuze y a Felix Guattari, la modernización es "un proceso a través del cual el capitalismo desarraiga y mueve lo que está asentado, elimina o destruye lo que impide la circulación y convierte lo excepcional en algo intercambiable". Esto aplica a tanto cuerpos, símbolos, imágenes, lenguajes, parentescos, prácticas religiosas y nacionalidades, así como a las comodidades, la riqueza y la fuerza de trabajo. Por lo tanto, esta imagen de mi mismo que he creado puede ser comprada, vendida o canjeada pero ¿a dónde va?

Va al espectáculo. La voraz e insaciable bestia que consume todas las imágenes y no deja nada a su paso. El espectáculo es la sociedad, es una lente que absorbe tu imagen y no te da nada a cambio: ni un reflejo, ni una impresión, sólo una representación que está más allá de tu control. La imagen que proyectas se une a otras imágenes de la sociedad "espectacular". Nunca volverás a ver tu imagen de nuevo. Nunca verás el espectáculo porque, al igual que tú, es sólo una sombra en la pared de la caverna platónica. La imagen que he proyectado en este ensayo no soy yo, sino la imagen de una persona que dice ser yo. Todo lo que alguna vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación. Ya no estás rodeado de objetos, dice Debrod, sino por un espectáculo:

"Ahí donde el mundo real se transforma en simples imágenes, las simples imágenes se convierten en seres reales. El espectáculo, como una tendencia para hacer que uno vea el mundo a través de varias mediaciones especializados, no es identificable sólo con la vista, aun cuando se combine con el odio. Es esto lo que se escapa de las actividades del hombre, lo que se escapa de la reconsideración y corrección de sus obras. Es lo opuesto al diálogo. Donde sea que haya una representación independiente, el espectáculo se reconstituye a si mismo"

Entonces ¿cómo encontramos la felicidad que se le ha negado a nuestra generación? Dopándonos en una sumisión status quo masiva o derrotando al espectáculo que nos roba nuestra esencia singular. Se único. Usa tus manos. Sal y crea.

Jeffrey Andreoni

Translated by the Translator Brigadestranslatorbrigades@gmail.com

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